miércoles, 30 de octubre de 2013


23/10/2013 Miércoles.

Vigesimotercer día del décimo mes del decimotercer año del segundo milenio.

Humanes de Madrid (Madrid)
 
Después de varios días con evaluaciones iniciales, ya por fin hoy comenzaríamos con un trabajo más particular para cada uno, sin olvidar que dedicaríamos la primera parte de la mañana a hablar del reciclaje, una tarea muy pendiente…

            Comenzó la mañana igual para todos.

“¿Qué es eso de reciclar?” “¿Qué es lo que se puede reciclar?” “¿Por qué existen contenedores de varios colores?”, y otras preguntas relacionadas con el tema sirvieron para abrir un debate muy interesante del que pensé que mis alumnos, según pude ver ayer, tendrían menos ideas (aunque la verdad también ciertas lagunas sobre el tema).

Participaron todos, y como no disponíamos de pizarra fuimos anotando nuevamente las principales ideas en los cristales de la clase (colores de los principales contenedores, diferentes tipos de residuos, otros contenedores especiales –aceites, pilas, ropa, etc.-).

Cuando acabamos de hablar de la “teoría” les comenté que a partir del siguiente día (mañana), comenzaríamos a trabajar en clase de forma práctica, y durante todo el curso, sobre el reciclaje: elaboraríamos carteles de diferentes colores, colocaríamos papeleras con esos colores para separar residuos, todos los días iríamos a tirar la basura a su correspondiente contenedor, etc. La idea les gustó bastante pero, como les había dicho, comenzaríamos mañana, ahora era la hora del trabajo individual…

MS continuaba, y continuaría, todo el día con sus tareas de las quincenas, mientras que GA se pondría a trabajar por primera vez en los dos primeros ámbitos de conocimiento que, según le comenté a la orientadora y habíamos llegado al acuerdo, serían sus prioridades (Ámbito Científico-Tecnológico y Ámbito Social). Para empezar le pedí que copiara cuáles iban a ser los contenidos a trabajar de ambos ámbitos durante el curso. Una vez que terminó de copiarlos le pedí que eligiera uno de los dos y comenzara, poco a poco, a leer en mi ordenador los primeros temas que el CIDEAD había preparado para ese ámbito (de momento tampoco impresora en el aula ni ordenadores para los alumnos, así que, también de momento, todo debería ir haciéndolo con el apoyo del ordenador que el Ministerio de Educación me había entregado para mi trabajo personal). Tanto MS como GA ya tenían trabajo “pa´rato” así que así (valga la redundancia) ocuparon su día.

A AS le entregué un libro de Conocimiento del Medio de 6º, y le pedí que comenzara con la lectura de la primera unidad (La Digestión). No sólo quería que leyera, sino que también me fuera resumiendo lo que iba leyendo, para de esta forma trabajar también la parte del “área lengua” que todo aprendizaje, sea del área que sea, lleva intrínseco (desde cualquier área, con una simple lectura, se puede trabajar el área de lengua). Esta actividad debía ocuparle el resto de mañana hasta el recreo, ya que para justo después le tenía preparado un trabajo en parejas con ÁQ, quien a su vez debía dedicar su primera parte de la mañana a leer un comic de Asterix… Siempre he defendido que una de las mejores maneras para comenzar a familiarizarte con una lengua que no es la tuya, pero de la que tienes ciertos conocimientos (por muy escasos que sean), es a través de los cómics, ya que las frases que aparecen en los bocadillos de los personajes no suelen largas, y además los dibujos te permiten acceder al contexto de la oración de una forma muy rápida y clara. A ÁQ le gustó lo que fue leyendo y entendiendo, así que por lo menos pude decir que, aunque no lo entendiera todo, al menos sí disfruto de su tarea, que es lo que más preocupa con mis alumnos. Quiero que aprendan, pero desde el disfrute.

Los más pequeños se dedicaron a sus actividades de lectoescritura durante un buen rato, pero cuando vi que se comenzaban a quejar por el cansancio y “aburrimiento”, rápidamente les pedí que dibujaran los cuatro contenedores principales de basura en una hoja. En ese momento escuchamos como llegaba el camión de recogida de residuos urbanos y no perdimos la oportunidad para ver cómo levantaban los contenderos y separaban los diferentes tipos de residuos. Cuando regresamos a la clase les pedí que dibujaran, en la misma hoja donde habían dibujado los contenedores, una botella de cristal, un cartón de leche, una hoja de papel y una manzana, para que con flechas unieran cada uno de los residuos con su correspondiente color (y contenedor, por lo tanto).
 
Tras el recreo la tarea para los pequeños seguía con el mismo centro de interés, los colores de los contenedores y la separación de residuos, y con plastilinas de diferentes colores estuvieron creando su propio juego de “separar y reciclar”.
 
 

 
Ahora era el momento de que AS y ÁQ trabajaran juntos. La tarea era sencilla, y pensé que también podría ser divertida, lo que confirmaron al acabarla y pedirme que al día siguiente volvieran a hacer lo mismo. Como ninguno de los dos domina el idioma materno del otro, y sólo se expresan en el propio de cada uno (AS lo hace en castellano y ÁQ en inglés), les dije que cada uno pusiera por escrito en su libreta una lista con los colores que conociera, todos los que conocieran, y que al lado de cada color, una vez que la tuvieran hecha, colorearan un par de cuadritos de la libreta con ese color. El siguiente paso era sencillo. Para comenzar a adquirir cierto vocabulario básico, les pedí que cada uno ayudara al otro a escribir esos mismos colores en el otro idioma y que comenzaran a enseñarse mutuamente cómo se pronunciaban. Por lo visto fue muy divertido, se lo pasaron tan bien que no dudaron en continuar con la siguiente tarea. Ahora deberían hacer lo mismo con los objetos de la clase. Primero debían dibujar esos objetos (mesa, silla, mochila, pizarra, lápiz, goma…), luego escribir el nombre de cada objeto, cada uno en su idioma, y finalizar igual que con el ejercicio anterior, copiando el nombre en el otro idioma y empezar a pronunciarlo. Así continuaron haciendo lo mismo con los números del 1 al 20 y el abecedario (en este caso escribían cómo se decía o pronunciaba cada letra).




Su satisfacción fue tanta que, como dije, me pidieron continuar el día siguiente haciendo tareas similares, ya que como me dijeron se lo habían pasado genial. Evidentemente, tras el buen resultado observado, supe que mi metodología comenzaba a funcionar y que podría seguir empleándola hasta donde pudiera hacerme falta. Si sus niveles de satisfacción con el trabajo realizado eran altos, los míos lo eran aún más, pero no por mí, sino por ellos, por haberlos visto disfrutar con su aprendizaje.

Así, cada uno contento a su manera, vimos que la hora de irse a casa (para ellos y la última de mi trabajo) había llegado. Mañana sería un nuevo día con nuevas oportunidades y experiencias para seguir aprendiendo de todos y con todos.

2 comentarios:

  1. Impresionante la forma que van a tener esos niños de aprender un idioma que no es el suyo, ya me hubise gustado a mi aprender asi el inglés y encima divirtiendome, me alegro por esos niños y por ti que veas gratificado tu trabajo

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  2. Sí, la verdad que es gratificante Misi... Cuando quieras te pasas por el cole a aprender inglés con los niños..., jajajajaja. Un abrazo.

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