23/10/2013
Miércoles.
Vigesimotercer día del décimo mes del
decimotercer año del segundo milenio.
Humanes de Madrid (Madrid)
Después
de varios días con evaluaciones iniciales, ya por fin hoy comenzaríamos con un trabajo
más particular para cada uno, sin olvidar que dedicaríamos la primera parte de
la mañana a hablar del reciclaje, una tarea muy pendiente…
Comenzó la mañana igual para todos.
“¿Qué es eso de reciclar?” “¿Qué es lo que se puede
reciclar?” “¿Por qué existen contenedores de varios colores?”, y otras
preguntas relacionadas con el tema sirvieron para abrir un debate muy
interesante del que pensé que mis alumnos, según pude ver ayer, tendrían menos
ideas (aunque la verdad también ciertas lagunas sobre el tema).
Participaron todos, y como no disponíamos de pizarra
fuimos anotando nuevamente las principales ideas en los cristales de la clase
(colores de los principales contenedores, diferentes tipos de residuos, otros
contenedores especiales –aceites, pilas, ropa, etc.-).
Cuando acabamos de hablar de la “teoría” les comenté
que a partir del siguiente día (mañana), comenzaríamos a trabajar en clase de
forma práctica, y durante todo el curso, sobre el reciclaje: elaboraríamos carteles
de diferentes colores, colocaríamos papeleras con esos colores para separar
residuos, todos los días iríamos a tirar la basura a su correspondiente
contenedor, etc. La idea les gustó bastante pero, como les había dicho,
comenzaríamos mañana, ahora era la hora del trabajo individual…
MS continuaba, y continuaría, todo el día con sus
tareas de las quincenas, mientras que GA se pondría a trabajar por primera vez en
los dos primeros ámbitos de conocimiento que, según le comenté a la orientadora
y habíamos llegado al acuerdo, serían sus prioridades (Ámbito Científico-Tecnológico
y Ámbito Social). Para empezar le pedí que copiara cuáles iban a ser los
contenidos a trabajar de ambos ámbitos durante el curso. Una vez que terminó de
copiarlos le pedí que eligiera uno de los dos y comenzara, poco a poco, a leer
en mi ordenador los primeros temas que el CIDEAD había preparado para ese
ámbito (de momento tampoco impresora en el aula ni ordenadores para los alumnos,
así que, también de momento, todo debería ir haciéndolo con el apoyo del
ordenador que el Ministerio de Educación me había entregado para mi trabajo
personal). Tanto MS como GA ya tenían trabajo “pa´rato” así que así (valga la
redundancia) ocuparon su día.
A AS le entregué un libro de Conocimiento del Medio
de 6º, y le pedí que comenzara con la lectura de la primera unidad (La Digestión).
No sólo quería que leyera, sino que también me fuera resumiendo lo que iba
leyendo, para de esta forma trabajar también la parte del “área lengua” que
todo aprendizaje, sea del área que sea, lleva intrínseco (desde cualquier área,
con una simple lectura, se puede trabajar el área de lengua). Esta actividad
debía ocuparle el resto de mañana hasta el recreo, ya que para justo después le
tenía preparado un trabajo en parejas con ÁQ, quien a su vez debía dedicar su
primera parte de la mañana a leer un comic de Asterix… Siempre he defendido que
una de las mejores maneras para comenzar a familiarizarte con una lengua que no
es la tuya, pero de la que tienes ciertos conocimientos (por muy escasos que sean),
es a través de los cómics, ya que las frases que aparecen en los bocadillos de
los personajes no suelen largas, y además los dibujos te permiten acceder al
contexto de la oración de una forma muy rápida y clara. A ÁQ le gustó lo que
fue leyendo y entendiendo, así que por lo menos pude decir que, aunque no lo
entendiera todo, al menos sí disfruto de su tarea, que es lo que más preocupa
con mis alumnos. Quiero que aprendan, pero desde el disfrute.
Los más pequeños se dedicaron a sus actividades de
lectoescritura durante un buen rato, pero cuando vi que se comenzaban a quejar
por el cansancio y “aburrimiento”, rápidamente les pedí que dibujaran los
cuatro contenedores principales de basura en una hoja. En ese momento
escuchamos como llegaba el camión de recogida de residuos urbanos y no perdimos
la oportunidad para ver cómo levantaban los contenderos y separaban los
diferentes tipos de residuos. Cuando regresamos a la clase les pedí que
dibujaran, en la misma hoja donde habían dibujado los contenedores, una botella
de cristal, un cartón de leche, una hoja de papel y una manzana, para que con
flechas unieran cada uno de los residuos con su correspondiente color (y contenedor,
por lo tanto).
Tras el recreo la tarea para los pequeños seguía con
el mismo centro de interés, los colores de los contenedores y la separación de
residuos, y con plastilinas de diferentes colores estuvieron creando su propio
juego de “separar y reciclar”.
Ahora era el momento de que AS y ÁQ trabajaran juntos.
La tarea era sencilla, y pensé que también podría ser divertida, lo que
confirmaron al acabarla y pedirme que al día siguiente volvieran a hacer lo
mismo. Como ninguno de los dos domina el idioma materno del otro, y sólo se
expresan en el propio de cada uno (AS lo hace en castellano y ÁQ en inglés),
les dije que cada uno pusiera por escrito en su libreta una lista con los
colores que conociera, todos los que conocieran, y que al lado de cada color,
una vez que la tuvieran hecha, colorearan un par de cuadritos de la libreta con
ese color. El siguiente paso era sencillo. Para comenzar a adquirir cierto vocabulario
básico, les pedí que cada uno ayudara al otro a escribir esos mismos colores en
el otro idioma y que comenzaran a enseñarse mutuamente cómo se pronunciaban.
Por lo visto fue muy divertido, se lo pasaron tan bien que no dudaron en
continuar con la siguiente tarea. Ahora deberían hacer lo mismo con los objetos
de la clase. Primero debían dibujar esos objetos (mesa, silla, mochila,
pizarra, lápiz, goma…), luego escribir el nombre de cada objeto, cada uno en su
idioma, y finalizar igual que con el ejercicio anterior, copiando el nombre en
el otro idioma y empezar a pronunciarlo. Así continuaron haciendo lo mismo con
los números del 1 al 20 y el abecedario (en este caso escribían cómo se decía o pronunciaba cada letra).
Su satisfacción fue tanta que, como dije, me
pidieron continuar el día siguiente haciendo tareas similares, ya que como me
dijeron se lo habían pasado genial. Evidentemente, tras el buen resultado
observado, supe que mi metodología comenzaba a funcionar y que podría seguir
empleándola hasta donde pudiera hacerme falta. Si sus niveles de satisfacción
con el trabajo realizado eran altos, los míos lo eran aún más, pero no por mí, sino por ellos, por
haberlos visto disfrutar con su aprendizaje.
Así, cada uno contento a su
manera, vimos que la hora de irse a casa (para ellos y la última de mi trabajo)
había llegado. Mañana sería un nuevo día con nuevas oportunidades y
experiencias para seguir aprendiendo de todos y con todos.
Impresionante la forma que van a tener esos niños de aprender un idioma que no es el suyo, ya me hubise gustado a mi aprender asi el inglés y encima divirtiendome, me alegro por esos niños y por ti que veas gratificado tu trabajo
ResponderEliminarSí, la verdad que es gratificante Misi... Cuando quieras te pasas por el cole a aprender inglés con los niños..., jajajajaja. Un abrazo.
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